Page 86 - 07. Saga Las Cronicas De Narnia
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cualquiera cosa que estén haciendo es inmensamente importante).
       Los demás siguieron hasta donde los condujeron los Perros y encontraron a un joven

calormene sentado bajo un castaño junto a un arroyo de agua clara. Era Emeth. Se levantó
de inmediato e hizo una reverencia con gran seriedad.

       —Señor —dijo, dirigiéndose a Pedro—. No sé si eres mi amigo o mi enemigo, pero
tendré a honor tomaros por ambos. ¿No ha dicho uno de los poetas que un amigo noble es
el mejor regalo y que un enemigo noble es el segundo mejor regalo?

       —Señor —dijo Pedro—, no sabía que hubiera una guerra entre tú y yo. —Dinos
       quién eres y lo que te ha acontecido —le pidió Jill.
       —Si va a relatar una historia, tomemos un trago y sentémonos —ladraron los Perros—.
Estamos sin aliento.
       —Claro que ustedes lo están y lo seguirán estando si continúan corriendo como locos
de esa manera —dijo Eustaquio.
       Entonces los humanos se sentaron en el pasto. Y cuando todos los Perros hubieron
bebido con ruidosa algazara en el arroyo, también se sentaron, muy callados, resollando,
con las lenguas colgando un poco a un lado, para escuchar la historia. Pero Alhaja se quedó
de pie, puliendo su cuerno contra su hombro derecho.
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