venían cerca de treinta Enanos, todos con sus pequeñas espadas y palas al hombro. Dos
calormenes armados guiaban la columna y dos más cerraban la marcha.
—¡Deténganse! —tronó Tirian, saliendo al camino—. Deténganse, soldados. ¿A
dónde conducen a estos Enanos narnianos y por orden de quién?