Page 41 - 07. Saga Las Cronicas De Narnia
P. 41
Claro que un solo Enano no hacía gran diferencia, pero igualmente fue muy alentador tener
siquiera uno. Todos se alegraron. Pero Jill y Eustaquio no se alegraron por mucho tiempo,
porque se pusieron a bostezar hasta descarretillarse, demasiado cansados para pensar en
otra cosa fuera de una cama.
Era la hora más fría de la noche, justo antes del amanecer, cuando llegaron de vuelta a
la Torre. Si los hubiera esperado una cena preparada se la habrían comido con mucho gusto,
pero ni pensar en la molestia y la demora de prepararla. Tomaron un poco de agua en un
arroyo, se lavaron la cara, y se tendieron en sus literas, excepto Cándido y Alhaja, que dijeron
que estarían más cómodos afuera. Quizás esto fue para mejor, pues un Unicornio y un Burro
gordo y grande metidos adentro de la casa dan siempre la impresión de que una pieza está
demasiado llena de gente.
Los Enanos narnianos, aunque su estatura sólo alcanza a un metro y veinte
centímetros, son para su tamaño casi los más robustos y fuertes de todas las criaturas, de
modo que Poggin, a pesar de un día tan pesado y una noche corta, despertó completamente
descansado y antes que cualquiera de los demás. Al instante tomó el arco de Jill, salió y cazó
un par de palomas torcaces. Luego se sentó en los peldaños de la puerta a desplumarlas y a
charlar con Alhaja y Cándido. Cándido se veía, y se sentía, muchísimo mejor esta mañana.