Page 68 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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por las piernas del Gigante. Ahora movía sus pies. Un momento más tarde, levantó la porra queapoyabaenunodesushombros
y se restregó los ojos.
—¡Bendito de mí! Debo haber estado durmiendo. Y ahora, ¿dónde se encuentra esa pequeña Bruja horrible que corría por el suelo? Estaba en
algunaparte...,justoamispies.
Cuando todos le gritaron para explicarle lo que realmente había sucedido, el Gigante puso su mano en el oído y les hizo repetir todo de nuevo
hasta queal fin entendió; entonces seagachó y su cabeza quedó a la altura de un alminar. Llevó la mano a su gorro repetidamente
ante Aslan, con una sonrisa radiante que llenaba toda su fea y honesta cara (los gigantes de cualquier tipo son ahora tan
escasos en Inglaterra y más aún aquellos de buen carácter, que les apuesto diez a uno a que ustedes jamás han visto un
gigante con una sonrisa radiante en surostro.Esunespectáculoquebienvalelapenacontemplar).
—¡Ahora! ¡Entremos en la casa! —dijo Aslan—. ¡Dense prisa, todos! ¡Arriba, abajo y en la cámara de mi señora! No
dejen ningún rincón sin escudriñar. Nunca se sabe dónde puede haberse ocultado a un pobre prisionero.
Todoscorrieronalinteriordelacasa.Yporvariosminutos,enesenegro,horribleyhúmedocastillo que olía a cerrado, resonó el ruido del
abrir de las puertas y ventanas y de miles de voces que gritaban al mismo tiempo:
—¡No olviden los calabozos!
—¡Ayúdenme con esta puerta!
—¡Encontré otra escalera de caracol!
—¡Oh, aquí hay un pobre canguro pequeñito!
—¡Puf! ¡Cómo huele aquí!
—¡Cuidado al abrir las puertas! ¡Pueden caer en una trampa!
—¡Aquí!¡Suban!¡Eneldescansodelaescalerahayvariosmás!
PerolomejordetodosucediócuandoLucíacorrióescalerasarriba gritando:—¡Aslan!¡Aslan!¡Encontréalseñor
Tumnus! ¡Oh, venga rápido!
MomentosmástardeelpequeñoFaunoyLucía,tomadosdelamano,bailabanybailabandefelicidad. El Fauno no parecía mayormente
afectado por haber sido una estatua; en cambio, estabamuyinteresadoentodoloquelaniñateníaquecontarle.
Pero al fin terminó el registro de la fortaleza de la Bruja. El castillo quedó completamente vacío, con las puertas y
ventanas abiertas, y todos aquellos rincones oscuros y siniestros fueron invadidos por esa luz y ese aire de la primavera
que requerían con tanta urgencia. De vuelta en el patio, la multitud de estatuas liberadas se agitó. Fue entonces cuando
alguien (creo que Tumnus) preguntó primero:
—Pero, ¿cómo vamos a salir de aquí?
PorqueAslanhabía entradodeun saltoy laspuertasestaban todavía cerradas.
—Todoirábien—dijoAslan;selevantósobresuspatastraserasygritóalGigante—:¡Oye,tú! ¡Allá arriba! ¿Cómo te llamas?