Page 72 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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Durante la media hora siguiente estuvieron muy ocupados..., la niña atendía a los heridos, mientras él revivía a aquellos
que estaban convertidos en piedra. Cuando por fin ella pudo regresar junto a Edmundo, lo encontró de pie, no sólo curado de sus
heridas: se veía mejor de lo que ella lo había visto por años; en efecto, desde el primer semestre en aquel horrible colegio,
había empezado a andar mal. Ahora era de nuevo lo que siempre había sido y podía mirar de frente otra vez. Y allí, en el campo de
batalla, Aslan lo invistió Caballero.
—¿Sabrá Edmundo —susurró Lucía a Susana— lo que Aslan hizo por él? ¿Sabrá realmente en qué consistió el acuerdo
con la Bruja?
—¡Cállate!No.Porsupuestoqueno—dijoSusana.—¿No debería
saberlo? —preguntó Lucía.
—¡Oh, no!Seguroqueno—dijoSusana—.Seríaespantosoparaél.Piensacómotesentiríastú si fueras él.
—Detodasmanerascreoquedebesaberlo—volvióadecirLucía;pero,enesemomento,lasniñas fueron interrumpidas.
Esa noche durmieron donde estaban. Cómo Aslan proporcionó comida para ellos, es algo que yo no sé; pero de una manera
u otra, cerca de las ocho, todos se encontraron sentados en el pasto ante un gran té. Al día siguiente comenzaron la marcha hacia el
oriente, bajando por el lado del gran río. Y al otro día, cerca de la hora del té, llegaron a la desembocadura. El castillo de Cair
Paravel, en su pequeña loma, sobresalía. Delante de ellos había arenales, rocas, pequeños charcos de agua salada, algas marinas, el olor del mar y
largasmillasdeolasverdeazuladas,querompían enlaplayaporsiemprejamás.Y, ¡oh elgrito delasgaviotas!¿Lohanoído ustedes alguna vez?
¿Pueden recordarlo?
Esa tarde, después del té, los cuatro niños bajaron de nuevo a la playa y se sacaron sus zapatos y calcetines para sentir
la arena entre sus dedos. Pero el día siguiente fue más solemne. Entonces, en el Gran Salón de Cair Paravel —aquel
maravilloso salón con techo de marfil, con la puerta del oeste adornada con plumas de pavo real y la puerta del este que se
abre directo en el mar—, en presencia de todos sus amigos y al sonido de las trompetas, Aslan coronó solemnemente a los cuatro niños y
los instaló en los cuatro tronos, en medio de gritos ensordecedores:
—¡Que viva por muchos años el Rey Pedro! ¡Que viva por muchos años la Reina Susana! ¡QuevivapormuchosañoselRey
Edmundo!¡QuevivapormuchosañoslaReinaLucía!
—Una vezreyo reina en Narnia, eresrey o reina para siempre. ¡Séanlo con honor, HijosdeAdán! ¡Séanlo con honor, Hijas de Eva! —dijo Aslan.
A través de la puerta del este, que estaba abierta de par en par, llegaron las voces de los tritones y de las sirenas que
nadaban cerca del castillo y cantaban en honor de sus nuevos Reyes y Reinas.
Los niños sentados en sus tronos, con los cetros en sus manos, otorgaron premios y honores a todos sus amigos: a Tumnus el
Fauno, a los Castores, al Gigante Rumblebuffin, a los leopardos, a los buenos centauros, a los buenos enanos y al león. Esa noche
hubo un gran festín en Cair Paravel, regocijo, baile, luces de oro, exquisitos vinos... Y como en respuesta a la música que sonaba dentro del
castillo,peromásextraña,másdulceymáspenetrante,llegabahasta ellos la música de la gente del mar.
Mas en medio de todo este regocijo, Aslan se escabulló calladamente. Cuando los Reyes y Reinassedieroncuentaqueélya
noestabaallí,nodijeronniunapalabra,porqueelCastorles