Page 59 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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—No —dijo Aslan con voz apagada, como si se tratara de algo sin importancia—. No. Ella no atacará esta noche. —Entonces suspiró
profundamente y agregó—: De todos modos, pensaste bien. Esa es la manera como un soldado debe pensar. Pero eso no importa ahora,
realmente.
Entonces procedieron a instalar el campamento.
La melancolía de Aslan los afectó a todos aquella tarde. Pedro se sentía inquieto también ante la idea de librar la batalla
bajo su responsabilidad. La noticia de la posible ausencia de Aslan lo alteró profundamente.
La cena de esa noche fue silenciosa. Todos advirtieron cuán diferente había sido la de la noche anterior o incluso el
almuerzo de esa mañana. Era como si los buenos tiempos, que reciénhabíancomenzado, estuvieranllegandoa sufin.
Estos sentimientos afectaron a Susana en tal forma que no pudo conciliar el sueño cuando se fue a acostar. Después de
estar tendida contando ovejas y dándose vueltas una y otra vez, oyó que Lucía suspiraba largamente y se acercaba a ella en la
oscuridad.
—¿Tampoco tú puedes dormir? —le preguntó.
—No —dijo Lucía—. Pensaba que tú estabas dormida. ¿Sabes...? —¿Qué?
—Tengounpresentimientohorroroso...,comosialgoestuvierasuspendidosobrenosotros...—A mí me pasa lo mismo...
—EssobreAslan—continuóLucía—.Algohorriblelevaasuceder,oélvaatenerquehaceruna cosa terrible.
—A él le sucede algo malo. Toda la tarde ha estado raro —dijo Susana—. Lucía, ¿qué fue lo que dijo sobre no estar con nosotros en la
batalla? ¿Tú crees que se puede escabullir y dejarnos esta noche?
—¿Dóndeestáahora?—preguntóLucía—.¿Estáenelpabellón?—No creo.
—Susana, vamos afuera y miremos alrededor. Puede que lo veamos.
—Está bien. Es lo mejor que podemos hacer en lugar de seguir aquí tendidas y despiertas.
En silencio y a tientas las dos niñas caminaron entre los demás que estaban dormidos y se deslizaron fuera delpabellón.Laluz
dela lunaerabrillanteytodoestabaen absolutosilencio,excepto el río que murmuraba sobre las piedras. De repente Susana tomó el
brazo de Lucía y le dijo:
—¡Mira!
Al otro lado del campamento, donde comenzaban los árboles, vieron al León: caminaba muy despacio y se alejaba de ellos
internándose en el bosque. Sin decir una palabra, ambas lo siguieron.
Tras él, las niñas subieron una húmeda pendiente, fuera del valle del río, y luego torcieron algo hacia la izquierda de...,
aparentemente por la misma ruta que habían utilizado esa tarde