Page 55 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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tronco caminaba hacia la roca, ésta se sentaba y ambos comenzaban a hablar, porque, en realidad, el tronco y la roca eran
simplemente el Enano y la Bruja. Parte de la magia de ella consistía en que podía hacer que las cosas parecieran lo que no
eran y tuvo la presencia de ánimo para recordar esa magia y aplicarla en el preciso momento en que le arrebataron el
cuchillo de la mano. Ella también había logrado mantener su vara firmemente, de modo que ahora la guardaba a salvo.

   Cuando los tres niños despertaron a la mañana siguiente (habían dormido sobre un montón de cojines en el pabellón), lo primero que oyeron
—la señora Castora se los dijo— fue la noticia respecto a que su hermano había sido rescatado y conducido al campamento durante la noche.En
ese momento estaba con Aslan.

   Inmediatamente después de tomar su desayuno, los tres niños salieron. Vieron a Aslan y a Edmundo que caminaban
juntos sobre el pasto lleno de rocío. Estaban separados del resto de lacorte.NohaynecesidaddecontarlesaustedesquéledijoAslana
Edmundo(ynadielosuponunca),peroéstafueunaconversaciónqueelniñojamásolvidó.Cuandolostreshermanosseacercaron, Aslan sedirigió
hacia ellos llevando a Edmundo con él.

    —Aquí está su hermano —les dijo—, y..., no es necesario hablarle sobre lo que ha pasado. Edmundoestrechólasmanos

    decadaunoylesdijo:—Lo siento mucho...

    —Todo está bien —respondieron. Y los tres quisieron entonces decir algo más para demostrar a Edmundo que volvían
a ser amigos, algo sencillo y natural, pero a ninguno se le ocurrió nada.

   Antes que tuvieran tiempo de sentirse incómodos, uno de los leopardos se acercó a Aslan y le dijo:

    —Señor, unmensajerodelenemigosuplicaledesunaaudiencia.—Deja que se aproxime

    —dijo Aslan.

    ElleopardosealejóyvolvióalinstanteconduciendoalEnanodelaBruja.—¿Cuálestu mensaje,Hijodela Tierra?

    —preguntó Aslan.

    —La Reina de Narnia, Emperatriz de las Islas Solitarias, desea un salvoconducto para venir a hablar contigo —dijo el Enano—. Se trata
de un asunto de conveniencia tanto para ti como para ella.

    —¡Reina de Narnia! ¡Seguro! —exclamó el Castor—. ¡Qué descaro!

    —Paz, Castor —dijo Aslan—. Todos los nombres serán devueltos muy pronto a sus verdaderos dueños. Entretanto no
queremos disputas... Dile a tu ama, Hijo de la Tierra, que legarantizo su salvoconducto, con la condición que deje su vara tras ella, junto al gran
roble.

    El Enano aceptó. Dos leopardos lo acompañaron en su regreso para asegurarse del cumplimiento del compromiso.

                            —Pero, ¿y si ella transforma a los leopardos en estatuas? —susurró Lucía al oído de Pedro.
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