Page 27 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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—Sí, pero, ¿cómo podemos saberlo? —replicó Edmundo.
—Tendremosquearriesgarnos—dijoSusana—.Porotraparte,noganamosnadaconseguirparados aquí, pensando en que tenemos
hambre.
ElCastorseasomónuevamentedetrásdelárboly,congranansiedad,comenzóahacerlesseñas con la cabeza.
—Vamos —dijo Pedro—. Démosle una oportunidad. Pero tenemos que mantenernos muy unidosfrentealCastor,porsi
resulta ser un enemigo.
Los niños, muy juntos unos a otros, caminaron hacia el árbol. Por cierto, tras él encontraron al Castor. Este retrocedió aún más y con voz ronca
murmuró:
—Másacá, vengan másacá.¡Noestaremosasalvoen esteespaciotan abierto!
Sólo cuando los hubo conducido a un lugar oscuro, en el que había cuatro árboles tan juntos que sus ramas entrecruzadas cerraban incluso el
paso a la nieve y en el suelo se veían la tierra café y las agujas de los pinos, se decidió a hablar.
—¿Son ustedes los Hijos de Adán y las Hijas de Eva?
—Sí. Somos algunos de ellos —dijo Pedro.
—¡Chist!—dijoelCastor—.Notan alto,porfavor.Nisiquieraaquíestamosasalvo.
—¿Por qué? ¿A quién le tiene miedo? —preguntó Pedro—. En este lugar no hay nadie que nosotros.
—Están los árboles —dijo el Castor—. Están siempre oyendo. La mayoría de ellos está de nuestro lado, pero hay más
algunos que nos traicionarían ante ella... Saben a quién me refiero, supongo —agregó.
—Si estamos hablando de tomar partido, ¿cómo podemos saber que usted es un amigo? — dijo Edmundo.
—No queremos parecer mal educados, señor Castor —dijo Pedro—, pero, como usted ve, nosotros somos extranjeros.
—Estábien, estábien—dijoelCastor—.Aquíestámidistintivo.
Con estas palabras levantó hacia ellos un objeto blanco y pequeño. Todos se quedaron mirándolosorprendidos,hastaque
Lucía exclamó:
—¡Oh! ¡Porsupuesto!Esmipañuelo...,elqueledialpobreseñorTumnus.
—Exactamente —dijo el Castor—. Pobre amigo..., le llegó el anuncio del arresto un poco antesqueloapresaran.Medijoque
si algo le sucedía, debía encontrarme contigo y llevarte a...
Aquí la voz del Castor se transformó en silencio e inclinó una o dos veces la cabeza de un modo muymisterioso.Luegohizouna
seña a los niños para que se acercaran junto a él, tanto que casi los rozó con sus bigotes mientras murmuraba:
—DicenqueAslansehapuestoenmovimiento...Quizáshaaterrizadoya.En ese momento sucedió una cosa
muy curiosa