Page 31 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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El Castor movió la cabeza con desaliento.

    —Temo que lo llevaron a la casa de ella.

    —Pero, ¿qué le harán, señor Castor? —insistió Lucía, con ansiedad.

    —No se puede saber con certeza. No son muchos los que han regresado después de haber sido llevados allá. Estatuas...
Dicen que ese lugar está lleno de estatuas. En el jardín, en las escalinatas, en el salón... Gente que ella ha transformado...
—se detuvo y se estremeció—, transformado en piedra.

    —Pero, señor Castor —dijo Lucía—, nosotros podemos..., mejor dicho, debemos hacer algo para salvarlo. Es demasiado espantoso que todo
esto sea por mi culpa.

    —No me queda duda del hecho que tú lo salvarías si pudieras, queridita —dijo la señora Castora—. Sin embargo, no
hay ninguna posibilidad de entrar en esa casa contra la voluntad de ella, ni menos de salir con vida.

    —¿No podríamos planear alguna estratagema? —preguntó Pedro—. Como disfrazarnos o pretender que somos...,
buhoneros o cualquier cosa..., o vigilar hasta que ella salga..., o... ¡Caramba! Tiene que haber una manera. Este Fauno se arriesgó para
salvaramihermana.Nopodemos permitir que se convierta..., que sea..., que hagan eso con él.

    —Eso no serviría para nada, Hijo de Adán —dijo el Castor—. Tu intento sería muy complicadoparatodosynoserviríapara
nada. Pero ahora que Aslan está en movimiento.

    —¡Oh, sí! Cuéntenos de Aslan —dijeron varias voces al mismo tiempo. Otra vez los invadió ese extraño sentimiento...,
como si para ellos hubiera llegado la primavera, como si hubieran recibido muy buenas noticias.

    —¿Quién es Aslan? —preguntó Susana.

    —¿Aslan? ¡Cómo! ¿Es que ustedes no lo saben? Es el Rey. Es el Señor de todo el bosque, pero novienemuy a menudo.Jamás
en mitiempo, nien eltiempodemipadre.Sin embargo,correlavozqueélhavuelto.EstáenNarniaen estemomentoypondráalaReinaen ellugar
que le corresponde. Él va a salvar al señor Tumnus; no ustedes.

    —¿Y no lo transformará en piedra? —preguntó Edmundo.

    —¡Por Dios, Hijo de Adán! ¡Qué simpleza dices! —dijo el Castor y rió a carcajadas—. ¿Convertirlo a él en piedra?Siellalogra
sostenerse en sus dos piernas y mirarlo a la cara, eso será lo más que pueda hacer y, en todo caso, mucho más de lo que yo creo. No, no. Él pondrá todo
en orden, como dicen estos antiguos versos:

        El mal se trocará en bien, cuando Aslan aparezca.

        Ante el sonido de su rugido, las penas desaparecerán.

       Cuando descubra sus dientes, el invierno encontrará su muerte. Y cuando agite su

       melena, tendremos nuevamente primavera.
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