Page 30 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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En elpreciso momento en que elaceitechirriabaen la sartén, elCastory Pedro regresaroncon el pescado ya preparado para freírlo. El
Castor lo había abierto con su cuchillo y lo había limpiado antes de entrar en la casa. Pueden ustedes imaginar qué bien
huele mientras se fríe un pescado recién sacado del agua y cuánto más hambrientos estarían los niños antes que la señora
Castora dijera:

    —Ahora estamos casi listos.
   Susana retiró las papas del agua en que se habían cocido y las puso en una marmita para secarlas cerca del fogón, mientras
Lucía ayudaba a la señora Castora adisponer las truchas en una fuente. En pocos segundos cada uno tomó un banquillo (todos eran
de tres patas, sólo la señora Castora tenía una mecedora especial cerca del fuego) y se preparó para ese agradable
momento. Había un jarrode leche cremosa paralos niños (el Castor se aferraba a su cerveza), y,alcentrodelamesa,ungrantrozodemantequilla,
para que cada uno le pusiera a las papas toda la que quisiese. Los niños pensaron —y yo estoy de acuerdo con ellos— que no había nada más
exquisito en el mundo que un pescado recién salido del agua y cocinado al instante. Cuando terminaron con las truchas, la
señora Castora retiró del horno un inesperado, humeante y glorioso rollo de bizcocho con mermelada. Al mismo tiempo,
movió la tetera en el fuego para preparar el té. Así, después del postre, cada uno tomó su taza de té, empujó su banquillo
para arrimarlo a la pared, y volvió a sentarse cómodo y satisfecho.
    —Y ahora —dijo el Castor, empujando lejos su jarro de cerveza ya vacío y acercando su taza de té—, si ustedes esperan sólo a que
yo encienda mi pipa, podremos hablar de nuestros asuntos. Está nevando otra vez —agregó, volviendo sus ojos hacia la
ventana—. Me parece espléndido, porque así no tendremos visitas; y si alguien ha tratado de seguirnos, ya no podrá encontrar ninguna
huella.

CAPÍTULO 8

LO QUE SUCEDIÓ DESPUÉS DE LA COMIDA

    —Cuéntenos ahora, por favor, qué le pasó al señor Tumnus —dijo Lucía.
    —¡Ah, eso está mal! —dijo el Castor, moviendo la cabeza—. Es un asunto muy, muy malo. No hay duda alguna del
hecho que se lo llevó la policía. Lo supe por un pájaro que estuvo presente cuando lo apresaron.
    —Pero, ¿a dónde lo llevaron? —preguntó Lucía.
    —Bueno, ellos iban rumbo al norte la última vez que los vieron. Todos sabemos lo que eso significa.
    —Nosotros no —dijo Susana.
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