Page 53 - 07. Saga Las Cronicas De Narnia
P. 53

IX LA GRAN ASAMBLEA EN EL CERRO DEL ESTABLO

       Durante largo rato no pudieron hablar ni derramar tan siquiera una lágrima. Luego el
Unicornio pateó en el suelo con su casco, agitó sus crines y habló.

       —Señor —dijo—. Ya no tenemos necesidad de celebrar consejo. Entendemos que los
planes del Mono calaban más hondo de lo que jamás soñamos. No hay duda que llevaba
largo tiempo en tratos secretos con el Tisroc y, tan pronto encontró la piel de león, le
mandó decir que tuviera preparada su armada para invadir Cair Paravel y toda Narnia. Lo
único que nos resta a nosotros siete es volver al Cerro del Establo, proclamar la verdad, y
aceptar la prueba que Aslan nos envía. Y si acaso, por un gran prodigio, vencemos a esos
treinta calormenes que acompañan al Mono, volveremos acá otra vez y moriremos en la
batalla contra las huestes enemigas que pronto saldrán de Cair Paravel.

      Tirian movió la cabeza, asintiendo. Mas se volvió a los niños y dijo:
       —Amigos, es hora que ustedes se vayan de aquí a su propio mundo. Sin duda han
hecho todo lo que tenían que hacer.
       —Pe..., pero no hemos hecho nada —balbuceó Jill, estremeciéndose, no exactamente
de miedo, sino porque todo era tan horrible.
       —No —dijo el Rey—, ustedes me desataron del árbol; tú te deslizaste furtivamente
como una serpiente delante de mí anoche en el bosque y trajiste a Cándido; y tú, Eustaquio,
mataste a tu enemigo. Pero son demasiado jóvenes para compartir un fin tan sangriento
como el que nosotros debemos enfrentar esta noche o, quizá, dentro de tres días más. Les
suplico..., no, se los ordeno... que vuelvan a su patria. Me cubriría de vergüenza si permito
que dos guerreros tan jóvenes caigan en la batalla a mi lado.
       —No, no, no —protestó Jill (muy pálida al comenzar a hablar y luego, súbitamente,
muy encendida y después blanca otra vez)—. No nos iremos, y no me importa lo que digas.
No nos separaremos de ti pase lo que pase, ¿no es cierto, Eustaquio?
       —Sí, pero no hay para qué exaltarse tanto —respondió Eustaquio, que había hundido
las manos en sus bolsillos (olvidando lo raro que te ves así cuando usas una camisa de
malla)—. Porque, ya ves, no tenemos otra alternativa. ¿Qué sacamos con hablar de
regresar? ¿Cómo? ¡No tenemos magia para hacerlo!
       Lo que dijo era de muy buen sentido pero, de momento, Jill aborreció a Eustaquio por
decirlo. Era muy aficionado a mostrarse tremendamente flemático cuando otra persona se
emocionaba.
       Cuando Tirian comprendió que los dos extranjeros no podían volver a casa (a
   48   49   50   51   52   53   54   55   56   57   58