Page 22 - 07. Saga Las Cronicas De Narnia
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Luego el segundo Ratón trepó y se sujetó un poco más abajo que el primer Ratón. Las otras
bestias permanecieron en el suelo y comenzaron a pasar cosas para arriba.

       —Bebe, Señor, y después te sentirás en condiciones de comer —dijo el Ratón de más
arriba, y Tirian se encontró con que sostenían una pequeña copa de madera junto a sus
labios. Era sólo del tamaño de una copa para huevos, de modo que apenas alcanzó a probar
el vino cuando ya estaba vacía. Pero entonces el Ratón la pasaba para abajo y los otros la
rellenaban y la subían de nuevo y Tirian la vaciaba por segunda vez. Así lo hicieron hasta
que hubo bebido un buen trago, que hace mejor al venir en pequeñas dosis, porque así
aplaca más la sed que un trago largo.

       —Aquí tienes queso, Señor —dijo el primer Ratón—, pero no mucho, porque temo
que te pueda dar demasiada sed.

      Y después del queso lo alimentaron con galletas de avena y mantequilla fresca, y
luego le dieron un poco más de vino.

       —Ahora suban el agua —ordenó el primer Ratón—, y lavaré la cara del Rey. Tiene
sangre.

       En seguida Tirian sintió algo como una diminuta esponja acariciando su cara, y fue
muy refrescante.

            —Amiguitos —dijo Tirian—, ¿cómo podré agradecerles por todo esto?
       —No hay de qué, no hay de qué —dijeron las vocecitas—. ¿Qué otra cosa podíamos
hacer? Nosotros no queremos ningún otro Rey. Nosotros somos tu pueblo. Si fueran sólo el
Mono y los calormenes los que estuvieran en tu contra, habríamos luchado hasta que nos
hicieran pedazos antes de permitir que te ataran. Lo habríamos hecho, de verdad. Pero no
podemos ir contra Aslan.
       —¿Creen que es realmente Aslan? —preguntó el Rey.
       —¡Oh, sí, sí! —contestó el Conejo—. Salió del establo anoche. Todos lo vimos.
       —¿Cómo era? —preguntó el Rey.
       —Parecido a un terrible y enorme León, te aseguro —dijo uno de los Ratones.
       —¿Y ustedes creen que es realmente Aslan el que está asesinando a las Ninfas del
Bosque y convirtiéndolos a ustedes en esclavos del Rey de Calormen?
       —¡Ah, eso está mal!, ¿no es cierto? —dijo el segundo Ratón—. Más nos hubiera
valido morir antes de que todo esto empezara. Pero no caben dudas. Todos dicen que son
las órdenes de Aslan, y lo hemos visto. No creíamos que Aslan fuera así. Hasta queríamos
que él volviera a Narnia.
       —Parece que esta vez ha regresado muy enojado —dijo el primer Ratón—. Debemos
haber hecho algo espantosamente malo, todos, sin saberlo. Debe estar castigándonos por
algo. ¡Pero pienso que deberían decirnos de qué se trata!
       —Supongo que lo que estamos haciendo ahora podría estar mal —dijo el Conejo.

       —A mí no me importa si está mal —opinó uno de los Topos—. Lo volvería a hacer.
       Pero los otros dijeron: “¡Oh, cállate!”, y “ten cuidado”, y luego todos dijeron: “lo
lamentamos, querido Rey, pero hemos de regresar. No sería nada de bueno para nosotros
que nos cogieran aquí”.
       —Déjenme de inmediato, queridas Bestias —dijo Tirian—. Ni por toda Narnia querría
ponerlos en peligro.
       —Buenas noches, buenas noches —dijeron las Bestias, refregando sus narices contra
las rodillas del Rey—. Volveremos... si es posible.
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