Page 20 - 07. Saga Las Cronicas De Narnia
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pena de ver sus caras. Había uno solo que no parecía desdichado.
Era un gato rojizo, un inmenso Tom en la flor de la edad, que estaba sentado muy
derecho con la cola enroscada en sus pies, en plena primera fila del grupo de Bestias. Había
estado mirando fijo al Mono y al capitán calormene todo el tiempo y no había pestañeado
jamás.
—Perdóname —dijo el Gato con gran cortesía—, pero esto me interesa. ¿Tú amigo de
Calormen dice lo mismo?
—Ciertamente —contestó el calormene—. El ilustrado Mono, Hombre quiero decir,
está en lo correcto. Aslan quiere decir, ni más ni menos, Tash.
—En especial, ¿Aslan no significa más que Tash? —sugirió el Gato.
—No significa más en absoluto —respondió el calormene, mirando al Gato directo a
los ojos.
—¿Es suficiente para ti, Jengibre? —preguntó el Mono.
—¡Oh, por supuesto! —dijo Jengibre, con toda calma—. Muchas gracias. Sólo quería
tenerlo bien claro. Creo que ya empiezo a entender.
Hasta ahora el Rey y Alhaja no habían dicho una palabra; esperaban que el Mono los
invitara a hablar, ya que pensaban que no tenía objeto interrumpir. Pero cuando Tirian miró
las caras tristes de los narnianos, y vio que estaban por creer que Aslan y Tash eran una sola
cosa, no pudo soportar más.
—Mono —gritó a toda boca—, mientes. Mientes como un condenado. Mientes como
un calormene. Mientes como un Mono.
Pretendía seguir y preguntar cómo el terrible dios Tash, que se alimentaba de la
sangre de su pueblo, podría de alguna manera ser lo mismo que el buen León, cuya sangre
salvó a toda Narnia. Si le hubiesen permitido hablar, probablemente el reinado del Mono
habría terminado ese mismo día; las Bestias hubieran comprendido la verdad y habrían
depuesto al Mono. Pero antes de que pudiera pronunciar una palabra más, dos calormenes
lo golpearon con todas sus fuerzas en la boca, y un tercero, por detrás de él, le dio un
puntapié, haciéndole una zancadilla. Cuando cayó, el Mono chilló de rabia y terror:
—Llévenselo. Llévenselo. Llévenlo donde no pueda oírnos, ni nosotros podamos oírlo
a él. Amárrenlo a un árbol allá. Yo, es decir Aslan, lo someterá a juicio más tarde.