Page 8 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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—Pero lo he hecho —dijo el Fauno.
—Bien —continuó Lucía, lentamente (porque quería ser muy franca, pero, a la vez, no deseaba ser demasiado dura con
él)—, eso es muy malo, pero usted está tan arrepentido que estoy segura que no lo hará de nuevo.
—¡Hija de Eva! ¿Es que no entiendes? —exclamó el Fauno—. No es algo que yo haya hecho.Es algo que estoy haciendo en este preciso instante.
—¿Quéquieredecir?—preguntóLucía,poniéndoseblancacomolanieve.
—Tú eres el niño —dijo el señor Tumnus—. La Bruja Blanca me había ordenado que si alguna vez encontraba a un Hijo
de Adán o a una Hija de Eva en el bosque, tenía que aprehenderlo y llevárselo. Tú eres la primera que yo he conocido.
Pretendí ser tu amigo, te invité a tomar el té y he esperado todo el tiempo que estuvieras dormida para llevarte hasta ella.
—¡Ah, no! Usted no lo hará, señor Tumnus —dijo Lucía—. Realmente usted no lo hará. De verdad, no debe hacerlo.
—Ysiyonolohago—dijoél,comenzandoallorardenuevo—,ellalosabrá.Ymecortarálacola, me arrancarálos cuernosy la barba.Agitará su
vara sobremislindaspezuñasdivididasalcentroylastransformaráenhorriblesy sólidas,comolasdeundesdichadocaballo.Perosiellaseenfurece
másaún,meconvertiráenpiedrayserésólounaestatuadeFaunoensuhorriblecasa, y allí mequedaréhasta que los cuatro tronos deCairParavel
seanocupados.YsóloDiossabecuándosucederáesoosialguna vezsucederá.
—Lo siento mucho, señor Tumnus —dijo Lucía—. Pero, por favor, déjeme ir a casa.
—Por supuesto que lo haré —dijo el Fauno—. Tengo que hacerlo. Ahora me doy cuenta. No sabía cómo eran los
humanos antes de conocerte a ti. No puedo entregarte a la Bruja Blanca; no ahora que te conozco. Pero tenemos que salir
de inmediato. Te acompañaré hasta el farol. Esperoquedesdeallísabrásencontrarelcaminoa CuartoVacíoyaRopero.
—Estoy segura que podré.
—Debemos irnos muy silenciosamente. Tan callados como podamos —dijo el señor Tumnus—. El bosque está lleno de
sus espías. Incluso algunos árboles están de su parte.
Ambosselevantarony,dejandolastazasylosplatosenlamesa, salieron.ElseñorTumnusabrióelparaguasunavezmás,ledioelbrazoaLucíay
comenzaron a caminar sobre la nieve. El regreso fue completamente diferente a lo que había sido la ida hacia la cueva del Fauno. Sin decir una palabra
se apresuraron todo lo que pudieron y el señor Tumnus se mantuvo siempre en los lugares más oscuros. Lucía se sintió bastante
reconfortada cuando llegaron junto al farol.
—¿Sabes cuál es tu camino desde aquí, Hija de Eva? —preguntó el Fauno.
Lucíaconcentrósumiradaentrelosárbolesyenladistanciapudoverunespacioiluminado,como si allá lejos fuera de día.
—Sí —dijo—. Alcanzo a ver la puerta del ropero.
—Entonces corre hacia tu casa tan rápido como puedas —dijo el señor Tumnus—. ¿Podrás perdonarme alguna vez por
lo que intenté hacer?