Page 6 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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—Esmuyamabledesuparte—dijoLucía—.Peronopodréquedarmemuchorato.

    —Tómate de mi brazo, Hija de Eva —dijo el señor Tumnus—. Llevaré el paraguas para los dos. Por aquí, vamos.

   Así fue como Lucía se encontró caminando por el bosque del brazo con esta extraña criatura,igualquesisehubieranconocido
durante toda la vida.

    No habían ido muy lejos aún, cuando llegaron a un lugar donde el suelo se tornó áspero y rocoso. Hacia arriba y hacia
abajo de las colinas había piedras. Al pie de un pequeño valle el señor Tumnus se volvió de repente y caminó derecho hacia
una roca gigantesca. Sólo en el momentoen queestuvieron muy cerca deella,Lucíadescubrióqueéllaconducíaa la entradade una cueva.
En cuanto se encontraron en el interior, la niña se vio inundada por la luz del fuego. El señor Tumnus recogió una brasa con un par
de tenazas y encendió una lámpara.

    —Ahora falta poco —dijo, e inmediatamente puso la tetera a calentar.

    Lucía pensaba que no había estado nunca en un lugar más acogedor. Era una pequeña, limpia y seca cueva de piedra roja con
unaalfombraenelsuelo,dossillas(«unaparamíyotraparaunamiga»,dijoelseñorTumnus),unamesa,unacómoda,unarepisasobrelachimenea,y
más arriba, dominándolo todo, el retrato de un viejo Fauno con barba gris. En un rincón había una puerta; Lucía supuso
que comunicaba con el dormitorio del señor Tumnus. En una de las paredes se apoyaba un estante repleto de libros. La
niña miraba todo mientras él preparaba la mesa para el té. Algunos de los títulos eran La Vida y las Cartas de Sileno, Las
Ninfas y sus Costumbres, Hombres, Monjes y Deportistas, Estudio de la Leyenda Popular, ¿Es el Hombre un Mito?, y muchos
más.

    —Hija deEva—dijo el Fauno—,yaestátodopreparado.

   Y realmente fue un té maravilloso. Hubo un rico huevo dorado para cada uno, sardinas en pan tostado, tostadas con
mantequilla y con miel, y una torta espolvoreada con azúcar. Cuando Lucía se cansó de comer, el Fauno comenzó a hablar.
Sus relatos sobre la vida en el bosque eran fantásticos. Le contó acerca de bailes en la medianoche, cuando las Ninfas que
vivían en las vertientes y las Dríades que habitaban en los árboles salían a danzar con los Faunos; de las largas partidas de
cacería tras el Venado Blanco, en las cuales se cumplían los deseos del que lo capturaba; sobre las celebraciones y la
búsqueda de tesoros con los Enanos Rojos salvajes, en minas y cavernas muy por debajo del suelo. Por último, le habló también de los
veranos, cuando los bosques eran verdesy el viejoSileno los visitaba en su gordo burro.A veces llegaba a verlos el propio Baco y entonces
por los ríos corría vino en lugar de agua y el bosquesetransformabaenunafiestaqueseprolongabaporsemanassinfin.

    —Ahora es siempre invierno —agregó taciturno.

    Entonces para alegrarse tomó un estuche que estaba sobre la cómoda, sacó de él una extrañaflautaqueparecíahechade
paja y empezó a tocar.

   Al escuchar la melodía, Lucía sintió ansias de llorar, reír, bailar y dormir, todo al mismo tiempo.Debíanhabertranscurrido
varias horas cuando despertó bruscamente, y dijo:

    —Señor Tumnus, siento interrumpirlo, pero tengo que irme a casa. Sólo quería quedarme unos minutos...

    —No es bueno ahora, tú sabes—ledijoelFauno,dejando laflauta.Parecíaacongojadoporella.
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