Page 48 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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A cada minuto las áreas verdes eran más y más grandes, y los espacios cubiertos de nieve disminuían y disminuían. A
cada momento los árboles se sacudían más y más de sus mantos blancos. Pronto, hacia cualquier lugar que mirara, en vez
de formas blancas uno veía el verde oscurodelosabetosoelnegrodelasespinudasramasdelosdesnudosrobles,delashayasydelosolmos.
Entonces la niebla, de blanca se tornó dorada y luego desapareció por completo. Cual flechas, deliciosos rayos de sol atravesaron de un golpe el
bosque,yenloalto,entrelascopas de los árboles, se veía el cielo azul.

   Así se sucedieron más y más acontecimientos maravillosos. Repentinamente, a la vuelta de una esquina, en un claro
entre un conjunto de plateados abedules, Edmundo vio el suelo cubierto, en todas direcciones, de pequeñas flores amarillas... El
sonido del agua se escuchaba cada vez más fuerte. Poco después cruzaron un arroyo. Más allá encontraron un lugar donde
crecían miles de campanitas blancas.

    —¡Preocúpate de tus propios asuntos! —dijo el Enano cuando vio que Edmundo volvía la cabezaparamirarlasflores,ycon
gesto maligno dio un tirón a la cuerda.

    Pero, por supuesto, esto no impidió que Edmundo pudiera ver. Sólo cinco minutos más tarde observó una docena de azafranes que
crecían alrededor de un viejo árbol..., dorado, rojo y blanco. Después llegó un sonido aún más hermoso que el ruido del agua. De pronto,
muy cerca del sendero que ellos seguían, un pájaro gorjeó desde la rama de un árbol. Algo más lejos, otro le respondió con sus trinos.
Entonces, como si esta hubiera sido una señal, se escucharon gorjeos y trinos desde todas partes y en el espacio de cinco
minutos el bosque entero estaba llenodelamúsicadelasaves.HaciadondequieraqueEdmundomirara,lasveíaaletearenlasramas,volaren
el cielo y aun disputar ligeramente entre ellas.

    —¡Más rápido! ¡Más rápido! —gritaba la Bruja.
   Ahora no había rastros de la niebla. El cielo era cada vez más y más azul, y de tiempo en tiempo algunas nubes blancas lo
cruzaban apresuradas.Lasprímulascubrían amplios espacios.Brotó una brisa suave que esparció la humedad de los ramos inclinados
y llevó frescas y deliciosas fragancias hacia el rostro de los viajeros. Los árboles comenzaron a vivir plenamente. Los alerces
y los abedules se cubrieron de verde; los ébanos de los Alpes, de dorado. Pronto las hayas extendieron sus delicadas y
transparentes hojas. Y para los viajeros que caminaban bajo los árboles, la luz también se tornó verde. Una abeja zumbó a
través del sendero.
    —Esto no es deshielo —dijo entonces el Enano deteniéndose de pronto—. Es la primavera. ¿Quévamosahacer?Suinvierno
ha sido destruido. ¡Se lo advierto! Esto es obra de Aslan.

                            —Si alguno de ustedes menciona ese nombre otra vez —dijo la Bruja—, morirá al instante.

CAPÍTULO 12

        LA PRIMERA BATALLA DE PEDRO
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