Page 45 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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El Enano se fue y volvió rápidamente. Traía un tazón de hierro con un poco de agua y un plato, también de hierro, con una
gruesarebanadadepanduro.Sonriódeunmodorepulsivo,puso todo en el suelo al lado de Edmundo, y dijo:
—Delicias turcas para el Principito. ¡Ja, ja, ja!
—Lléveselo —dijo Edmundo, malhumorado—. No quiero pan duro.
Pero repentinamentelaBrujase volvióhacia élcon una expresión tan fiera en su rostro queEdmundo comenzó a disculparse y a comer
pedacitos de pan, aunque estaba tan añejo que casi no lo podía tragar.
—Deberías estar muy contento con esto, pues pasará mucho tiempo antes que pruebes el pan nuevamente —dijo la
Bruja.
Mientras todavía masticaba, volvió el primer enano y anunció que el trineo estaba preparado. La Bruja se levantó y,
junto con ordenar a Edmundo que la siguiera, salió. Nuevamente nevaba cuando llegaron al patio, pero ella, sin fijarse
siquiera, indicó a Edmundo que se sentara a su lado en el trineo. Antes de partir, llamó a Fenris Ulf, quien acudió dando
saltos como un perro y se detuvo junto al trineo.
—¡Tú! ReúneatuslobosmásrápidosyandadeinmediatohastalacasadelCastor—dijolaBruja—.Mataaquien encuentresallí.Siellossehan
ido, vayan a toda velocidad a la Mesa de Piedra, pero no deben ser vistos. Espérenme allí, escondidos. Mientras tanto yo debo ir muchas millas
hacia el oeste antes de encontrar un paso para cruzar el río. Pueden alcanzar a estos humanos antes que lleguen a la Mesa
de Piedra. ¡Ya saben qué hacer con ellos si los encuentran!
—Escuchoyobedezco,¡oh,Reina!—gruñóelLobo.
Inmediatamente saliódisparado,tan rápidocomogalopa un caballo.En pocos minutoshabía llamado a otro lobo y momentos después
ambos estaban en el dique y husmeaban en la casa del Castor. Por supuesto, la encontraron vacía. Para el Castor, su mujer y los niños
habría sido horroroso si la noche se hubiera mantenido clara, porque los lobos podrían haber seguido sus huellas..., con
todas las posibilidades de alcanzarlos antes que ellos llegaran a la cueva. Pero ahora había comenzado nuevamente a
nevar y todos los rastros y pisadas habían desaparecido.
Mientras tanto el Enano azotaba a los renos y el trineo salía llevando a la Bruja y a Edmundo. Pasaron bajo el arco y luego
siguieron adelante en medio del frío y de la oscuridad. Para Edmundo, que no tenía abrigo, fue un viaje horrible. Antes de un cuarto
de hora de camino estaba cubierto de nieve... Muy pronto dejó de sacudírsela de encima, pues en cuanto lo hacía, se
acumulabanuevamentesobreél.Eraen vanoyestabatancansado...En poco ratoestuvo mojado hasta los huesos. ¡Oh, qué desdichado
era! Ya no creía, en absoluto, que la Reina tuviera intención de hacerlo Rey. Todo lo que ella le había dicho para hacerle
creer que era buena y generosa y que su lado era realmente el lado bueno, le parecía estúpido. En ese momento habría
dado cualquier cosa por juntarse con los demás..., ¡incluso con Pedro! Su único consuelo consistía en pensar que todo esto era sólo
un mal sueño del quedespertaría encualquier momento. Y como siguieron adelante hora tras hora, todo llegó a parecerle como
si efectivamente fuera un sueño.
Esto se prolongó mucho más de lo que yo podría describir, aunque utilizara páginas y páginas para relatarlo. Pero aun así,
pasaríaporalto el momentoenquedejódenevarcuando llegó la mañana,y elloscorrían velozmentea la luzdeldía.Losviajerosfueron aún másy
másadelante, sin hacer ningún ruido, excepto el perpetuo silbido de la nieve y el crujido de los arneses de los renos. Y entonces,
al fin, la Bruja dijo: