Page 33 - 01. Saga Las Cronicas De Narnia
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tiempo. Nadie puede precisar cuándo. Pero nunca uno de la raza de ustedes se había visto antes por aquí, jamás.

    —Esoesloqueyonoentiendo,señor—dijoPedro—.LaBruja,¿noesunserhumano?

    —Esoesloqueellaquierequecreamos—dijoelCastor—.YprecisamenteenesosebasaellaparareclamarsuderechoaserReina.Peroellanoes
Hija de Eva. Viene de Adán, el padre de ustedes... (aquí el Castor hizo una reverencia) y de su primera mujer, que ellos llaman
Lilith. Ella era uno de los Jinn. Esto es por un lado. Por el otro, ella desciende de los gigantes. No, no.Nohayuna gotade sangreHumana enla
Bruja.

    —Poresoella estanmalvada—agrególaseñoraCastora.

    —Verdaderamente —asintió el Castor—. Puede haber dos tipos de personas entre los Humanos (sin pretender que
esto sea una ofensa para quienes nos acompañan), pero no hay dos tipos para lo que parece Humano y no lo es.

    —Yoheconocidoenanosbuenos—dijola señoraCastora.

    —Yo también, ahora que lo mencionas —dijo su marido—, aunque bastante pocos, y éstos eran los menos parecidos a los
hombres. Pero, en general (oigan mi consejo), cuando conozcan algo que va a ser Humano pero todavía no lo es, o que era Humano
y ya no lo es, o que deberíaserHumanoynoloes,mantenganlosojosfijosenélyelhachaenlamano.Poresoes que la Bruja siempre está
vigilando que no haya Humanos en Narnia. Ella los ha estado esperando por años, y si supiera que ustedes son cuatro, se tornaría
mucho más peligrosa.

    —¿Qué tiene que ver todo esto con lo que hablamos? —preguntó Pedro.

    —Es otra profecía —dijo el Castor—. En Cair Paravel (el castillo que está en la costa, en la desembocadura de este río y
donde tendría que estar la capital del país, si todo fuera como debería ser) hay cuatro tronos. En Narnia, desde tiempos
inmemoriales, se dice que cuando dos Hijos de Adán y dos Hijas de Eva ocupen esos cuatro tronos, no sólo el reinado de la Bruja Blanca
llegará a su fin sino también su vida. Por eso debíamos ser tan cautelosos en nuestro camino. Si ella supiera algo de
ustedes cuatro, sus vidas no valdrían ni siquiera un pelo de mi barba.

    Los niños estaban tan concentrados en lo que el Castor les estaba contando, que nada fuera de esto llamó su atención por un largo rato.
Entonces,enunmomentodesilencioquesiguióalasúltimaspalabrasdelCastor,Lucíapreguntó sobresaltada:

    —¿Dónde está Edmundo?

    Hubo una pausa terrible y luego todos comenzaron a preguntar: «¿Quién había sido el último que lo vio? ¿Cuánto
tiempo hacía que no estaba allí? ¿Estaría fuera de la casa?». Corrieron a la puerta. La nieve caía espesa y constantemente. Toda la
superficie de hielo verde había desaparecido bajo un grueso manto blanco y desde el lugar donde se encontraba la pequeña
casa, en el centro del dique, difícilmente se divisaba cualquiera de las dos orillas del río. Salieron y dieron vueltas alrededor
de la casa en todas direcciones, mientras se hundían hasta las rodillas en la suave nieve recién caída. «¡Edmundo,
Edmundo!», llamaron hasta quedar roncos. Pero el silencioso caer de la nieva parecía amortiguar sus voces y ni siquiera un eco les
respondió.

    —¡Quéhorror!—exclamóSusana,cuandoporfinvolvieronaentrardesesperados—.¡Cómome arrepiento de haber venido!

    —¡Dios mío!... ¿Qué podemos hacer, señor Castor? —dijo Pedro.
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