Page 43 - 07. Saga Las Cronicas De Narnia
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Todo esto sucedía en tanto Jill iba y venía, a veces revolviendo la olla y a veces mirando
con envidia al Burro y al Unicornio que pastaban muy satisfechos. ¡Cuántas veces en aquella
mañana deseó poder comer pasto!

       Pero cuando la comida estuvo lista, pensaron que había valido la pena esperarla, y
hubo repetición para todos. Una vez que hubieron comido hasta hartarse, los tres humanos
y el Enano fueron a sentarse en el umbral de la puerta, los de cuatro patas se echaron frente
a ellos, el Enano (con el permiso de Jill y de Tirian) encendió su pipa, y el Rey dijo:

       —Me parece, amigo Poggin, que tú tienes más noticias sobre el enemigo que yo.
Dinos todo lo que sepas. Y antes que nada, ¿qué historia cuentan sobre mi fuga?

       —Un cuento tan ingenioso, Señor, como jamás se había inventado — respondió
Poggin—. Fue el Gato Jengibre el que lo contó y es bien probable que él lo inventó también.
Este Jengibre, Señor, ¡oh! , ese es un pícaro como jamás lo fue gato alguno, dijo que había
pasado cerca del árbol a que esos villanos ataron a Su Majestad. Y dijo (con tu permiso) que
tú aullabas y jurabas y maldecías a Aslan; “un lenguaje que no me gustaría repetir”, fueron
sus palabras, y siempre con ese aspecto tan remilgado y formal, ya sabes, que puede
adoptar un gato cuando quiere. Y después, dijo Jengibre, el propio Aslan se apareció de
repente en el resplandor de un relámpago y se tragó a Su Majestad de un solo bocado. Todas
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