Page 9 - 07. Saga Las Cronicas De Narnia
P. 9
las estrellas predijeran lo contrario. El no es un esclavo de los astros sino su Hacedor. ¿No se
dice en todas las antiguas historias que Él no es un león domesticado?
—Bien dicho, bien dicho, Alhaja —exclamó el Rey—. Esas son las palabras exactas: no
es un león domesticado. Así se menciona en muchos relatos.
Perspicaz recién levantaba su mano y se inclinaba hacia adelante para decir al Rey
algo de suma gravedad, cuando los tres volvieron la cabeza al escuchar un rumor de
gemidos que se acercaba rápidamente. El bosque era tan espeso hacia el oeste que no
podían ver todavía al nuevo visitante. Pero pronto pudieron escuchar sus palabras.
—¡Ay de mí, ay de mí, ay de mí! —clamaba la voz—. ¡Ay de mis hermanos y
hermanas! ¡Ay de los árboles sagrados! Han asolado los bosques. Han descargado el hacha
contra nosotros. Nos están derribando. Caen enormes árboles, caen, caen.
Al decir el último “caen”, quien hablaba apareció ante ellos. Tenía aspecto de mujer,
pero tan alta, que su cabeza quedaba al nivel de la del Centauro; y, sin embargo, también se
parecía a un árbol. Es difícil de explicar si no has visto nunca una Dríade, pero es
absolutamente inconfundible una vez que la has visto; tiene algo diferente en el colorido, la
voz y el cabello. El Rey Tirian y las dos bestias supieron de inmediato que era la ninfa de un
haya.
—Justicia, mi Rey —gritó ella—. Ven en nuestro auxilio. Protege a tu pueblo. Nos están
devastando en el Páramo del Farol. Cuarenta inmensos troncos de mis hermanos y
hermanas ya están en el suelo.
—¡Qué dices, señora! ¿Devastando el Páramo del Farol? ¿Asesinando a los árboles
que hablan? —gritó el Rey poniéndose de pie de un salto y desenvainando su espada—.