Page 60 - 07. Saga Las Cronicas De Narnia
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-Yo no entiendo muy bien todo esto -se quejó-, pensé que habías dicho...
-¡Pensaste! -repitió el Mono -. Como si alguien pudiera llamar pensar a eso
que pasa por tu cabeza. Escúchenme los demás. Cualquiera puede ver a Tashlan.
Pero él no va a salir. UsteØes tienen que entrar a verlo.
-¡Oh, gracias, gracias, gracias! - dijeron decenas de voces -.¡Eso es lo que
queríamos! Podemos entrar y verlo cara a cara. Y ahora va a ser bondadoso y todo
será como siempre ha sido.
Y los Pájaros parloteaban, y los Perros ladraban excitados. Súbitamente hubo una gran
conmoción y una batahola de criaturas que se ponían de pie, y en un segundo el grupo
entero se habría precipitado y entrado, todo el gentío, por la puerta del Establo.
Pero el Mono gritó:
- ¡Regresen! ¡Tranquilos! ¡No se apuren tanto!
Las Bestias se detuvieron, muchas con una pata en el aire, muchas moviendo la cola, y
todas con sus cabezas ladeadas.
-Pensé que habías dicho -comenzó el Oso, pero Truco lo interrumpió.
-Todos pueden entrar -dijo-. Pero uno por uno. ¿Quién irá primero? El no ha Øicho que
fuera a portarse muy amable. Se ha estado lamiendo mucho los labios desde que se
tragó al malvado Rey la otra noche. Ha gruñido bastante esta mañana. Yo
personalmente no tengo nada de ganas de entrar al Establo esta noche. Pero hagan lo que
quieran. ¿Quién quiere entrar primero? No me culpen a mí si se los traga enteros o
los hace cenizas con el mero terror de su mirada. Es asunto de ustedes. ¡Ya, pues!
¿Quién primero? ¿Acaso alguno de los Enanos?
-¡Corran, corran, vengan a que los maten! -se burló Griffle-. ¿Cómo sabremos qué tienes
ahí adentro?
-¡Ajá! -gritó el Mono-. ¿De modo que comienzas a creer que hay algo ahí, eh?
Bueno, todas ustedes, Bestias, hacían mucho ruido hace un minuto. ¿Qué las ha
enmudecido repentinamente? ¿Quién va a entrar primero?
Pero todas las Bestias se quedaron mirándose unas a otras y principiaron a
alejarse del Establo. Se movían muy pocas colas ahora. El Mono se contoneaba de
acá para allá, mofándose de ellas.
-¡ja, ja, ja! -reía entre dientes-. ¡Pensé que tenían ansias de ver a Tashlan cara a
cara! Cambiaron de opinión, ¿eh?
Tirian inclinó la cabeza para oír algo que Jill trataba de susurrar en su oído.
"¿Qué piensas que habrá realmente dentro del Establo?", dijo ella. "Quién sabe";
dijo Tirian.
“Dos calormenes con sus espadas desenvainadas, lo más probable, uno a cada lado
de la puerta”. “¿No crees —preguntó Jill— que podría ser..., ya sabes..., esa cosa horrorosa
que vimos?” “¿El propio Tash?” —susurró Tirian— ”Quién sabe. Pero, valor, niña: estamos
todos en las patas del verdadero Aslan”.
Entonces sucedió lo más sorprendente. El Gato Jengibre dijo con voz fría y clara, sin
mostrar ninguna emoción: “Yo iré, si quieren”.
Todas las criaturas se volvieron y clavaron sus ojos en el Gato.
—Observa su astucia, Señor —dijo Poggin al Rey—. Este maldito gato está en el
complot, en el centro de él. Lo que sea que haya en el Establo no le hará daño a él. Te lo